La compra de un inmueble es una gran inversión que hay que meditar bien antes de firmar. Esta decisión implica una suma de dinero que hay que financiar mediante una hipoteca y, antes de solicitarla, conviene estar bien informado de los gastos y una serie de aspectos que nos ayudarán a que el proceso sea más sencillo.
El error más común que cometen las personas cuando contratan una hipoteca es fijarse en lo que pagarán cada mes y no el importe total. Tomar como referencia la cuota mensual sin tener en cuenta el total de intereses a pagar puede acarrearte disgustos posteriores, ya que la cuota es lo más variable de la hipoteca. Por eso, piensa que si puedes evitar pagar un punto porcentual menos de interés ya estás ahorrando.
¿Qué hay que tener en cuenta para elegir una hipoteca?
Conocer bien la entidad financiera
Firmar una hipoteca implica una relación de larga duración entre el banco y tú. Las entidades financieras guardan gastos ocultos a través de los productos asociados que intentarán ofrecernos a cambio de tipos de interés más reducidos. Previamente, estudia estos productos y valora si merece la pena contratarlos durante tantos años solo a cambio de bajar un poco el interés de tu préstamo.
Comisiones
Como en cualquier operación, en la concesión de una hipoteca también hay determinadas comisiones que hay que asumir al financiar una casa. Son igual o más importantes que fijarse en el tipo de interés. Por eso, debes conocer cada una de ellas y fijarte en que sean lo más reducidas posibles a la hora de elegir la hipoteca:
Comisión de apertura: cantidad que cobra el banco por formalizar el crédito y por los trámites administrativos de apertura del mismo.
Comisión por amortización o desistimiento: es la comisión por cancelación de la hipoteca, ya sea total o parcial.
Comisión por subrogación: se aplica si cambias la hipoteca de banco.
Tipos de hipotecas que existen
Es decir, qué tipo de interés voy a tener que pagar según la hipoteca que escoja.
Fija: pagas siempre la misma cuota mensual. Mantiene el mismo tipo de interés durante toda la vida del préstamo y los intereses que pagas son mayores.
Variable: pagas un interés resultado de combinar el índice de referencia (el euríbor) y el diferencial (el interés que fija el banco), por lo que las cuotas varían y los plazos suelen alargarse. Los intereses son más bajos que las de tipo fijo siempre que el euríbor no suba demasiado.
Mixta: combina la fija y la variable. Hay un período inicial de varios años en los que el interés es fijo, el resto de años el interés cambia y es revisado en función de la variación del euríbor.
¿Qué hipoteca se adapta a mí?
Tienes que elegir, sobre todo, según tu perfil financiero y tus planes de futuro.
En función de tus circunstancias económicas y personales y la situación actual del mercado, debes valorar qué tipo de interés te conviene más a largo plazo. La más demandada es la hipoteca variable, ya que es un préstamo que nos va a acompañar durante muchos años. Sin embargo, la primera propuesta es solo una opción. No olvides buscar y comparar ofertas antes de tomar una decisión. Si necesitas herramientas para informarte, una buena referencia para comparar préstamos hipotecarios es la TAE (Tasa Anual Equivalente), donde se incluyen todos los intereses, las comisiones y otros gastos.